La Bolsa de Metales de Londres (LME) es el centro mundial para el comercio de metales industriales, prácticamente todos los negocios de futuros de metales no ferrosos se realizan en sus plataformas, los precios negociados allí se utilizan como referencia global y base para el comercio físico, así como en la valoración de carteras, en índices de materias primas y ETF de metales. Su red global de almacenes (610 instalaciones de almacenamiento internacionales y casi 500 marcas listadas) garantiza que estos precios reflejen verdaderamente la oferta y la demanda. En la LME en el 2020 se negociaron 155 millones de lotes, lo que equivale a $ 11,6 billones y 3,5 mil millones de toneladas con un interés de apertura de mercado (MOI) máximo de 2 millones de lotes.
Como podemos ver la LME ocupa una posición única dentro de la industria mundial de metales, sus listas de marcas aprobadas determinan qué marcas de metales pueden ser entregadas y en general, muchos contratos de suministro físico en el mundo requieren marcas aprobadas de la LME para la entrega. Durante más de un siglo (fue fundada en 1877) la LME solo había considerado estándares metalúrgicos para sus marcas, pero en los últimos años decididamente esta influyente organización está comprometida con la introducción de “requisitos o estándares en el suministro responsable” para sus marcas aprobadas, colocando a la transparencia y aplicación de estándares como centro de su estrategia. Es así que en el 2020 publicó un conjunto final de requisitos en el que se establecieron la visión, enfoque, planes y detalles para los pasos subsiguientes con respecto a su liderazgo en el ámbito de suministro responsable y el papel vital que desempeñarán las industrias de metales y minería en la transición hacia un futuro sostenible.
En particular, el enfoque de la LME se basa en los requisitos fundamentales de la Guía de diligencia debida de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para las cadenas de suministro responsables de minerales en las áreas de conflicto o de “alto riesgo” para exigir tanto estándares mínimos como transparencia de todas las marcas, independientemente de dónde obtengan sus metales. Así, la LME tendrá el delicado papel de forjar consensos y supervisar detenidamente para garantizar que la transparencia resultante cumpla con los requisitos aceptados globalmente por todos sus miembros (organismos de la industria, las entidades comerciales, etc.) proporcionando rutas o vías (A, B y C) a través de las cuales una marca puede lograr el cumplimiento pleno de los requisitos de la OCDE en los plazos establecidos.
"La Bolsa de Metales de Londres está comprometida con el papel vital que desempeñarán las industrias de metales y minería en la transición hacia un futuro sostenible"
Fortaleciendo esta estrategia recientemente la LME publicó comentarios sobre el documento de debate para el establecimiento del LMEpassport, un registro de documentos digitales (plataforma) que proporcionará visibilidad de las credenciales de sostenibilidad de los metales, incorporando certificaciones, estándares y certificados de análisis “CoA” documentos clave para garantizar la calidad de las operaciones, donde se describen el tamaño, la forma, la pureza y las características de una parcela de metal. Los CoA son un requisito universal en toda la industria proporcionando garantía para la mayoría de los contratos liquidados llevados físicamente en la Bolsa. De esta manera, a partir del 1 de enero de 2024, todos los cambios de reglas propuestos entrarán en vigencia y LMEpassport tendrá el mandato de respaldar todos los contratos resueltos físicamente que requieran un certificado de análisis como parte de las Reglas de contratos especiales de la LME. Actualmente, LME Copper no requiere CoA y, por lo tanto, no se incluirá en este alcance. Sin embargo, La LME se reserva el derecho de agregar LME Copper y cualquier otro contrato LME a este alcance obligatorio para reflejar mejor las necesidades del mercado.
Estos cambios que ya están en marcha indudablemente que representan un desafío más para la industria minera chilena y del mundo, “los vientos de cambio” nos indican que debemos ir hacia una minería más eficiente, flexible, de bajo impacto en cuanto a residuos, emisiones y uso de recursos, una minería más consciente del mundo que tenemos ante nuestros ojos y sobre todo, sin descuidar nunca la relación estrecha con los territorios y las comunidades.
El impacto que recibió el mundo entero con los resultados del informe especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) dado a conocer en agosto del 2021 aún retumban en nuestras conciencias. Más de 234 científicos de 66 países que participaron en el informe concluyen que a menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan de manera inmediata, rápida y a gran escala, limitar el calentamiento a cerca de 1,5ºC o incluso a 2ºC será un objetivo inalcanzable. Este informe, en un lenguaje científico y muy mesurado nos devela entre muchos otros impactos que se producirán varios cambios regionales en el clima como consecuencia de un calentamiento global de hasta 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales, estos cambios comprenden un aumento de la temperatura media en la mayoría de las regiones terrestres y oceánicas, episodios de calor extremo en la mayoría de las regiones habitadas, precipitaciones intensas en varias regiones y probabilidad de sequía y de déficits de precipitación en otras.
Sin lugar a duda que los resultados de este informe aumentan la presión y exigencias a organizaciones como la Bolsa de Metales de Londres, quien estamos seguros redoblará esfuerzos en la consecución de sus objetivos programáticos y dar razón a lo que ellos consideran como un imperativo ético el adoptar los principios de suministro responsable, al final de cuentas, como ellos mismos lo expresan… “El árbitro ético definitivo debe ser el consumidor global; los consumidores están defendiendo sus creencias éticas cada vez más y exigen que los productos que compran estén hechos de metales de suministro responsable”.
Economista Ramón Gerardo Maldonado